“Esas son mujeres para formar una familia”, dice confiado Adalí, el recepcionista del hotel. Una mujer pasó por el estrecho pasillo enfrente nuestro con el cuerpo, la cabeza y la cara totalmente cubierta con ropajes oscuros.
“Son buenas madres, inteligentes, y van a cuidar bien de tu hogar”, completa como para no dejar dudas.
Según este muchacho de unos 30 años, que viste jeans y sweater a la moda, la belleza de las mujeres sólo debe ser vista por sus maridos y familia más cercana. Por ello, cuando salen ante la sociedad, se tapan de ese modo, para no mostrarse ante los demás. Es una especie de contrato de exclusividad y protección. El relativismo cultural se torna pesado, denso, es complejo apartarse de una mirada etnocéntrica del asunto y analizarlo fríamente.
Para poder casarse con una muchacha que viste de ese modo, hay que hablar con el padre, que te rechaza de raíz si no tenés un buen trabajo y una vivienda digna para compartir con su hija.
Adalí se fija en otras mujeres, pero sólo para pasar el rato. Para procrear y formar la familia elegirá una musulmana ortodoxa, que tienen –en teoría- la obligación de llegar vírgenes al matrimonio.
Los hombres musulmanes ya casi no visten esos antiguos ropajes gastados y austeros, que eran una especie túnicas grises o negras, con capuchas que terminan en punta. Las nuevas generaciones están quebrando esa tradición. En el caso de las mujeres, el velo o burka está más difundido; sólo cambian colores y grados de “ocultamiento”, ya que algunas dejan todo su rostro descubierto y también sus manos, mientras que otras se tapan toda la cara, dejando sólo un espacio para poder mirar, y también cubren sus manos con guantes.
Las temperaturas en verano superan los 40 grados, no es un dato menor.
Adalí pasa gran parte del día rezando, ya que realiza las 5 “plegarias” diarias –una antes de amanecer, otra cerca del mediodía, otra a las 14:30 aproximadamente, otra alrededor de las 17, y otra antes de anochecer, a eso de las 19:30-. “Alá oye todo y está con nosotros en todo momento”, dice confiado.
El resto del día trabaja. Sus jornadas son de 10 horas en la recepción del hotel, y gana 1500 Dírhams, unos 150 euros. “Los funcionarios del gobierno ganan más y están con papeles, pero no es fácil entrar”.
JII. Marrakech, Marruecos. Febrero 2014.
muy dificil asimilar estas costumbres de las mujeres musulmanas….ademas creo q siempre van detras de los hombres no al lado….para salir deben ir con algun familiar masculino si no esta mal visto…..ademas de loq contas de la virginidad…y si hay adulterio a la mujer la lapidan….QUE HORROR…gracias q naci en Occidente….